9 de marzo de 2007

Mientras permanecía en la habitación oscura, el resplandor de una televisión vieja y de blanco y negro su tristeza brillaba su tristeza inundaba de frecuencias magnéticas mi espacio, pero estaba muda y el reproductor de discos tocaba en formato de repetición canciones de tango tristeza y dolor. Estaba soportando el final del día esperando la llegada de la noche reconfortante que lleva al sueño y esperanza llegó una visitante sonriente abrió la puerte y se coló hasta mi orilla escuché el andar de su movimiento escuché el latir de su corazón Traje los discos de blues y el whysky dijiste me levanté con lentiutd, con la paciencia de un cadáver me acerqué a ti te olí te sentí aroma marino que heló mi sangre aroma marino que desquició la forma del mundo Serviste el blues en dos vasos y me besaste, y colocaste el whysky en el modular de sonido nos recostamos en la cama fría como la muerte aun el aroma marino de tu vientre golpeaba mi razón transtornado quedé desde antes de mirarte transtornado al dejar de mirarte Hablaste de Gandi, al igual que de Poe, hablaste de Copérnico, de la brujería y de la Física, hablaste de tu padre, de tus manías, hablaste del infierno y de política yo solo escuchaba, atento, perdido, atento, perdido; me hablaste además de que te molesta que te muerda y de las marcas epidérmicas, y al final llegó el amanecer, dormimos, me abrazaste y suspiré a la soledad que busca cómo desaparecer